Innsbruck , capital del Tirol

Llegamos a Innsbruck, una ciudad con una gran historia, majestuosos edificios y palacios, dos veces sede de los Juegos Olímpicos de Invierno, y rodeada de impresionantes montañas y de un paisaje típico tirolés salpicado de pintorescos pueblos. Fruto de su estrecha vinculación con la dinastía de los Habsburgo. Cuando esta familia accedió al poder de Austria en el siglo XIII, muchos de sus soberanos escogieron esta ciudad del oeste del país como una de sus predilectas y se encargaron de embellecerla con palacios barrocos y grandiosas iglesias. Ya entonces era famosa por su puente medieval sobre el río Inn –del que deriva su nombre– y como cruce de rutas comerciales entre Baviera e Italia. Rodeada por cimas de 2000m y su gran belleza nos es de extrañar que se convirtiera durante un tiempo en la capital del imperio de Mazimiliano I de Habsburgo.

Decidimos desayunar mientras paseábamos ya que habíamos dejado el coche un poco lejos. Pero dimos fe de las buenas pastelerías de camino al centro de la ciudad. Ya en el centro neurálgico de la ciudad tuvimos nuestro primer contacto con la tienda de Swarovski ( por la tarde nos acercaríamos al museo), nos gusto mucho pero no compramos nada, aquí no. Caminamos por la céntrica calle MAria-Theresian Strasse flanqueada por edificios de colorístas fachadas y animados cafés.

Nada mas salir nos topamos con el tejadillo de oro, el símbolo más famoso de Innsbruck, se encuentra en medio del barrio gótico, uno de los cascos antiguos de Austria más bonitos y mejor conservados. El Emperador Maximiliano I mandó construir este mirador suntuoso en la antigua residencia del archiduque Friedrich IV, con ocasión de su enlace matrimonial con Blanca Maria Sforza de Milán. Adornado con 2.657 tejas de cobre, doradas al fuego, el Tejadillo de Oro caracterizó, por aquel entonces, el centro de Europa .

En el edificio del Tejadillo de Oro se encuentra el “Museo Tejadillo de Oro”, un lugar conmemorativo para el Emperador Maximiliano I  una de las importantes personalidades europeas de la época. Maximiliano I dedicó a Innsbruck grandes construcciones. La más llamativa, el Tejadillo de Oro, se convirtió en el símbolo de la ciudad.

Cuando llegamos al tejadillo había una banda de música municipal dando un concierto estuvimos escuchando un buen rato aquella fantástica música con ese fondo cultural tan hermoso que nos envolvía por completo.

Emprendimos el paseo y torcemos a la derecha repleta de tiendas para los turistas llenas de recuerdos. Aprovechamos y compramos los nuestros, incluido el imán de rigor. Con un poco de hambre lo saciamos con una porción de tarta Sacher, en alemán Sachertorte, una tarta de chocolate típica de Austria.

Llegamos a la iglesia de la Corte de Innsbruck, con el cenotafio del emperador Maximiliano I, fue el monumento fúnebre imperial más importante de Europa y dio testimonio de la afinidad de esta corte por las artes. Durante su construcción trabajaron en ella los mejores artistas de la época. Entre ellos Alberto Durero, Peter Vischer (el Mayor) y Alexander Colin. El mausoleo, custodiado por 28 estatuas de bronce que representan familiares y personajes célebres de la época. Dicho mausoleo nunca pudo utilizarlo ya que cuando murió aún no estaba terminado.

Teníamos mucha hambre y volvimos a la plaza del tejadillo y nos sentamos a comer en la terraza del restaurante justo al lado del tejadillo de oro. Oooohhh!! que bien me sentó esa cerveza tan fresquita. Al acabar paseamos hacia el lado que nos faltaba disfrutando de aquellos edificios tan antiguos y bonitos.

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